Asociación de Exploracion Cientifica, Recreativa y Cultural


jueves, 22 de febrero de 2007

Democracia


Democracia
de Alejandro Martínez Lira
Tengo las palabras
heridas
de su democracia,
de los aplausos,
de los brindis
que celebran tanta muerte,
tanto crimen
ya antiguo,
recientes crímenes
como Atenco.
Mis palabras
están heridas
de su democracia,
la de los crímenes cotidianos
de la explotación,
el hambre
y la miseria.
Mi palabra entonces
es dolor,
cada letra
es golpe,
sangre
campesina,
de estudiantes
y obreros,
compañeras,
hermanas,
madres,
niñas,
niños,
dolor tan mío,
golpe que sufro
porque la sangre
también es mía.
Democracia que roba.
Democracia que humilla.
Democracia que hiere.
Democracia que viola.
Democracia asesina.

sábado, 10 de febrero de 2007

La Brújula Roja y la sociedad

La experiencia actual demuestra que muchas de las organizaciones que buscan el cambio social sufren una crisis de identidad, de proyectos y de efectividad. Los jóvenes, que generalmente resisten y combaten la cerrazón al cambio, se enfrentan al mundo y luchan para así realizar sus ideales, sin embargo, al conocerlo y al irse involucrando con grupos, colectivos y organizaciones poco a poco se empapan de los vicios que aquejan a la sociedad y, por supuesto, a muchos de estos grupos, colectivos y organizaciones. Entonces los ideales son cada vez menos posibles y estos jóvenes, conforme renuncian a sus ideales, a sus proyectos y a la visión de crear mundos distintos, optan por integrarse al sistema actual que les ofrece como única opción ya un proyecto de vida hecho y programado.
La Brújula Roja, por esa razón, se plantea como colectivo un proyecto de transformación desde lo individual hasta lo colectivo, es decir, aprovecha e incrementa las potencialidades de cada integrante para ejercerlas en colectivo y así garantizar que cada uno sea capaz de influir ejemplarmente su ámbito social de su respectivo entorno. De este modo, la Brújula Roja pretende colaborar, como un proceso natural, al desarrollo de diversos ideales, como la solidaridad, por ejemplo.
Para lograr la construcción de tales individuos, la Brújula Roja considera necesario acudir a una filosofía materialista, que implica conocer el mundo real, no el que presenta falsamente el sistema de consumo, es decir, aprender lo básico, por ejemplo, como las condiciones y las posibilidades de sobrevivencia del ser humano frente al planeta que le dio vida, su caminar solo y en grupo para alimentarse y protegerse del medio ambiente y, de este modo, reconocer el valor de los frutos del ingenio y la creatividad de nuestra mente a lo largo de la historia evolutiva de la sociedad humana, de ahí que la Brújula Roja mantiene una relación cercana con la montaña y los lugares abiertos no civilizados en donde el campismo es la base para conocer y desarrollar nuestras fuerzas y mentalidades.
En este camino por aprender lo básico, los integrantes de la Brújula Roja deben de estar en constante acercamiento también con la técnica y la tecnología, así como la historia y las diversas expresiones artísticas para descubrir y redescubrir su capacidad de asombro, su sensibilidad y mantener su mente cercana al espíritu de interrogación y así preguntarse ¿qué es esto?, ¿para qué sirve?, ¿qué hace?, ¿cómo funciona?, ¿qué siento?
En este conocer el mundo real y la sobrevivencia en éste, por supuesto, los integrantes deben asentar su existencia en las condiciones económicas, políticas, sociales y culturales de la actualidad, tanto globales como particularmente nacionales, para hallar las herramientas necesarias para su lucha en él. De esta manera los integrantes sabrán de dónde vienen, dónde están y así construir el futuro que, como colectivo, desean sus integrantes. Muy bien está parafrasear ahora aquel humanista italiano llamado Giordano Bruno: recordar el pasado, organizar el presente y prever el futuro. Futuro que no es otro que uno sin injusticia y con equidad total, es decir, en que todo ser humano cuente con lo necesario para sobrevivir y desarrollarse desde su nacimiento hasta su muerte, con la capacidad de crear y aportar su propia visión e innovar cualquier ámbito del conocimiento, la cultura y la participación social.
La Brújula Roja cree que se debe vivir pacíficamente entre los individuos y naciones y que las fronteras se borrarán en el futuro porque no habrá motivo para crearlas y diferenciarse con otros pueblos, ni por tonalidades de piel ni por religión, ni mucho menos porque algunos guarden mezquinamente sus riquezas para su uso exclusivo, sino al contrario, un mundo solidario en el que se pueda alcanzar un desarrollo general, pues la Brújula Roja no se opone a la globalización de la cultura, pues a nadie se le prohibirá, quitará su cultura o costumbres, sino conocerá, compartirá y respetará otras.
Han existido proyectos basados en diversas filosofías, como el cristianismo o el comunismo, que han fracasado por la existencia de condiciones mezquinas y egoístas, es decir, cada quien quiere aprovechar para sí lo que considera propio y también lo de los demás, a veces, a través de la simulación y el engaño para obtener lo más con el menor esfuerzo y presentarse como merecedor o a través, ya de a tiro, de la fuerza. Así han surgido las élites una y otra vez y han convencido a las mayorías de que su orden impuesto, ya por engaño o a la fuerza, es el mejor y que es natural que unos tengan mucho más que otros, que unos son los explotadores y otros los explotados y que si se desea el éxito hay que aspirar a “tener” e incorporarse a la élite sin importar el costo ni importar a quien se afecte, y es así que la sociedad se jerarquiza y se divide y, de este modo, se establece una permanente competencia en lugar de la colaboración, la solidaridad o el amor al prójimo, pues para ellos su pensamiento se resume de la siguiente manera: compartir nunca, despojar siempre. Aun con leyes supuestamente convenidas por todos, se busca, con base en esa ideología dominante, sobreponerse al otro, ya sea el vecino, ya sea todo un pueblo.
La Brújula Roja es consciente de que esta mentalidad domina a millones de seres humanos, incluidos los más pobres, sin embargo, reconoce que todos son susceptibles de cambiar con educación, con el ejemplo y la práctica solidaria. De ahí que la Brújula Roja, en la medida de su fuerza y con la convicción de que tan titánica tarea es posible, educa a sus integrantes con la práctica solidaria y no espera cambiar a las grandes masas de un momento a otro ni por actitudes declarativas o por decreto, sino con la participación constante en pequeños grupos o colectivos. Este esfuerzo no es coyuntural sino es histórico como ya se ha visto.
En la actualidad la Brújula Roja se ha identificado con el ser y el hacer del EZLN, más aún a partir de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, al coincidir con la creación de una nueva sociedad desde la parte más pequeña, desde la base y no querer revolucionar todo el conjunto social desde la cúspide de la pirámide, sino, por el contrario, desde abajo aplanarla. La Brújula Roja concibe que la altura y la fuerza de la sociedad sólo puede ser medida en cada uno de sus individuos y para que éstos desarrollen la justicia y la libertad es necesario cada uno primero vea y se reconozco en el otro, con su personalidad propia y así darse un trato de iguales. Los Once Principios de la Brújula Roja reúnen y sintetizan la forma de pensar de sus integrantes y son la medida real de lo que se puede hacer y se debe hacer.
Finalmente, como colectivo, creemos en el ser humano y sus capacidades para lograr así una relación de conocimiento y respeto, para aprovechar razonablemente y también con absoluto respeto los recursos naturales y, en el futuro, por qué no, del universo. ¿Parece utópico todo esto? ¿Es una utopía lo expuesto hasta ahora? No, es un proyecto que ha soñado, desde hace ya mucho tiempo, la humanidad y hoy nos arrogamos el derecho de soñar y, aún más, de hacer realidad, junto con otros, el sueño, el proyecto de tantos y tantos.